¡ Camarero, otro güiski !

Caballero, son las cinco de la madrugada y me gustaría cerrar el local. Por favor, seria tan amable de marcharse.

Ante semejante invitación no tuvo mas remedio que enfrentarse a la humedad del amanecer. Encontró un taxi, subió y le ordeno llevarle al puerto donde le esperaba su velero, lo único que le quedó después de su divorcio. Incluso su hijo no era suyo, sino de su socio. Las acciones que había depositado a nombre de su mujer. ¡ Jé, mujer! Solo con pensar en la palabra mujer le hizo sonreír, sonrisa amarga.

El taxi le dejo en la entrada del puerto deportivo, solo unos metros y se deslizaría en su camastro. Al final del muelle se mecía su velero, veinte metros de eslora, dos mástiles, un motor de quinientos caballos, un autentico corcel de los mares. Menos mal que lo había escondido a Hacienda, socio y a su ya ex.

Todo había desaparecido, Mercedes, Ferrari, casas. Como es la vida, cuando se lo comento a su amante, esta le dijo que necesitaba pitillos y nunca más volvió. La soledad se cura con soledad, eso creía, así que había decidido dar la vuelta al mundo con su velero. Una vez los vapores del alcohol disipados, emprendería su periplo marinero.

Una violenta luz le despertó, entraba el sol por la portilla del camarote, al incorporarse todos los pelos de su cabeza protestaron. Se preparo un café negro y, mientras lo saboreaba, emprendió la maniobra.

El barco se estremeció al cobrar vida el motor, enfilo la proa por la dársena y puso rumbo al horizonte. Una vez sorteada la última piedra de la escollera subió tela y paro el motor. El silbido del viento en el aparellage y el suave balanceo del barco le hicieron reír, una risa franca y sonora, la primera desde hacia muchos meses, por fin, se había liberado de todo y todos, solo estaban él, el barco, el viento y el océano.

Veinte días de navegación, había llegado al Mar de la Tranquilidad, pero se había equivocado y haciendo honor a su nombre, ni la menor brisa movía las velas. En el deposito de combustible solo quedaba para unos kilómetros. No se preocupo, tenia provisiones para meses y el tiempo era maravilloso. Como venia haciendo desde el principio se tumbo en el camastro y se durmió.

¡ Canto o llanto ! Abrió los ojo y presto oreja, efectivamente era un canto, maravilloso y dulce, en dos zancadas subió al puente, delante de él, a unos cuentos metros, sobre unas rocas se divisaba una mujer. Preciosa, sus cabellos rubios solo dejaban entrever un pecho, pero que visión. No se lo pensó, echo el ancla y se zambullo en el agua, dentro del liquido, mientras buceaba, su pene recobro vida, cuando su cabeza salio al aire, pudo ver la criatura de cerca, unos preciosos ojos azules, su sonrisa perfecta, cuerpo suave femenino sin ombligo. Ella le presto su mano, sin saber porqué, él la cogió y los dos se sumergieron en el agua.

Mientras ella, con potentes movimientos de su cola de delfín, le arrastraba hacia el fondo, el solo pensaba. ¿ Pero, por donde ?