No sabia cual de las dos decía la verdad, una tenia la cara
roja de un golpe que le había dado la otra y esta última
estaba al borde de un ataque de nervios.
No soy una puta, me
entiendes, no soy una puta, soy una mujer corriente, normal, que te
quiere, dame una oportunidad, no me dejes, por favor. Así le
rezo ella.
Sube a mi casa, veras que todo es normal, que
tengo dos hijas, que...
El le puso el dedo en los labios
Déjame que piense, todo lo ocurrido me ha mareado,
dame unos pocos días para ponerme las ideas en su sitio, ni tu
ni ella, quiero estar solo unos días... ¿ María,
confías en mi ?
Tardo unos segundos en responder, sus
ojos rojos imploraban algo más, un beso o un abrazo, algo a
que agarrarse, pero de sus temblorosos labios solo salio una palabra:
¡ Si !
¿ Que otra cosa podía
decir ?
Le dio un beso en la frente y se volvió hacia
el coche, donde le esperaba Juliana, en el viaje de retorno no se
dirigieron la palabra, cuando llego a su casa esta le dio las
gracias, se bajo del vehículo y se fue.
El quería
a María, pero esta solo tenia un problema, cuando bebía
se convertía en una autentica pesadilla. Juliana, era amiga de
María, pero también le quería, dos mujeres y un
hombre, eso solo tiene una solución y la tiene que poner él.
Era verdad que Juliana era puta, puta para ganarse la vida, para
alimentar a sus hijas. ¿ Se puede confiar en un puta ?
Ese
mismo día tomo su decisión, pero espero dos mas para
madurarla, estar seguro de lo que quería, María había
sido algo inesperado, María era la persona que el había
buscado durante años, ahora tenia la oportunidad de tener lo
que necesitaba con María.
El día del
reencuentro fue maravilloso, hizo el amor como nunca lo había
hecho, se sentía bien, el motel era malo, pero a él se
sentía un palacio.
- Roberto, Juliana tiene unos
amigos muy raros, son bandidos, tengo miedo, seguro que querrá
matarme para quedarse contigo, tengo mucho miedo.
Se abrazo a
el, sintió los latidos de su corazón, parecía
asustada de verdad.
- Tranquila, esa tía no es nada,
un putita de poca monta, no tienes porque tener miedo.
A la
vuelta hacia la casa de María, ella no paro de mirar todos los
coches que se cruzaban o paraban a su lado.
Si era verdad que
Juliana había intentado retomar el contacto con él,
pero la rechazo, no quería problemas, aunque conoció a
María gracias a Juliana, pero daba lo mismo, Juliana era lo
que era, mientras que María era una persona de buena familia,
aunque a veces se preguntaba como una puta y una mujer de buena cama
pueden ser amigas...
El tiempo paso volando, ya estaban
preparando la boda, solo faltaba elegir a los seiscientos invitados.
- Espera unos minutos, voy a buscar el billetero que se me ha
olvidado en casa.
- No tardes, que nos espera el párroco.
Respondió ella.
La dejo dentro del coche que estaba
aparcado al lado de la casa, entro en ella, fue en ese momento cuando
escucho un fuerte chillido de frenada seguido de unos disparos.